Placeres que se quedan cortos

Por Ana Martínez Marco 

Hay placeres que para disfrutarlos bien se empieza por apagar la luz. De entre todos esos, sin duda, éste es uno de los mejores.

Luces fuera, ponte cómodo, abre los ojos y déjate llevar porque la tensión, los nervios, la risa, el deseo, el miedo… pueden ser emociones que vivas hasta el final, el cual, para ser bueno, no tiene por qué ser feliz. Hazlo sólo o acompañado, en el sofá o en la cama, con o sin palomitas, tú mismo (o misma). Pero si quieres saber de lo que hablo, venga, apaga la luz, acomódate en tu rincón favorito y dale al play de cualquiera de los cortometrajes que te propongo a continuación y que, a mi parecer, deberías ver al menos una vez en la vida por lo geniales que son.

¿Que por qué cortos? Porque duran poco y porque de entre los placeres que empiezan por apagar la luz, este es de los que lo bueno, si breve, dos veces bueno.


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Deseo de ser piel negra

La búsqueda de ser Otro y subalterno en la personalidad agónica de la posmodernidad 
Por Dulcinea Tomás Cámara

 Si fuera un escritor africano no sonaría en mi jardín la voz de Adriana Calcanhotto cuando sentado en una mesita de madera y anocheciéndome frente a una libélula y a una pluma de cristal viniera una mujer a pedirme un vaso de agua (como en aquel relato de Ondjaki). Tampoco sonaría Dora de Cicada en la casa repleta de libros y de falsos retratos del vendedor de pasados (como en aquella novela de José Eduardo Agualusa). Si fuera un escritor africano no sería angoleño como ellos, y en lugar de Brasil sonaría la voz congoleña de Gasandji, que se desliza hirviendo como el calor en los brazos de una rueca, como las manos que domestican las manos de los hombres en un bar de Cabo Verde.
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Que no haya desencanto

Por Alfonso Rodríguez Sapiña 

Ha llegado a mis oídos la muerte de Leopoldo María Panero. Debe ser falso: la muerte no existe, no debe existir para los grandes poetas locos. Su lápida es un mero fingimiento para que se agachen las flores verdes, maduras y mustias de los que persiguieron un Parnaso lleno de estatuas huecas. De un agujero llamado nunca-jamás salen trastos, de aquí para allá explotan palabras de dulce y lánguido artificio. Triste el que no ve la travesía de una lírica atravesada del don único de impactar, coherentemente, contra lo impuesto. Dicen que el poeta se ha fugado del manicomio de la vida: los oídos de todos nosotros, amantes de sus versos, los todavía presentes ante el misterio de seguir vivos, no podemos evitar el extrañamiento ante su huida, por mucho que la vida del poeta estuviera abocada a una suerte nada benigna, a una mala noticia en breve. Leopoldo María Panero no recibirá el Nobel ni cumplirá su sueño de largarse a París a vivir sus últimos días. Que mane de nuestras plumas un homenaje sin sombra de desencanto hacia su figura, porque, pese a representar lo mórbido, lo sórdido o lo extraño, no podemos olvidar la renovación, originalidad y el alcance de su obra, no sólo para su generación, sino muy probablemente para las venideras.
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Alicante arde

Por Miguel Ángel Viso Camenforte 
 
Las hogueras en la noche de San Juan son uno de los emblemas de la ciudad de Alicante. Estas han formado parte de las sociedades desde tiempos inmemoriales y en muy distintos lugares geográficos. Posiblemente, el origen más antiguo sea el celta. Se cree, que en la noche de los tiempos (alrededor del año 5.000 a. C.), los celtas comenzaron a conmemorar el Alban Heurin, es decir, el solsticio de verano. El motivo era celebrar, cerca de fuentes o a orillas del mar, la noche más corta del año. No son casuales estos lugares, puesto que el agua y el fuego están íntimamente unidos como elementos de la naturaleza. Los druidas sabían que a partir de esa noche el sol progresivamente iría perdiendo fuerza acortando la luz del día. El fuego de las hogueras servía para darle fuerza y purificar a todo el que viera arder las hogueras, a modo de ritual redentor, el fuego quemaría las miserias de la comunidad.

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De mitos, héroes y enemigos

Por Eduardo Bueno Vergara 

El Régimen del 78 se tambalea. El sistema político y social acordado durante la llamada Transición española tiene cada vez menos legitimidad entre la población, a pesar de que los medios de comunicación tradicionales le muestran un apoyo inquebrantable y que, en muchas ocasiones, roza lo vergonzoso.

En este primer mordisco que damos con El Perro Rojo, no realizaremos un análisis minucioso de todos los factores sistémicos que han permitido mantener la alternancia política pacífica al estilo Cánovas-Sagasta, a pesar de la enorme desigualdad existente en nuestro país. Vamos a realizar, en cambio, un pequeño recorrido por tres elementos simbólicos de los que se debe dotar un régimen sociopolítico para lograr un apoyo inquebrantable de sus miembros: los mitos, los héroes y los enemigos. Pretendemos con esto, únicamente compartir unas cuantas ideas acerca de determinadas estrategias que han permitido dar continuidad al proyecto de Estado edificado tras la muerte de Franco.
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